Tesis sobre el cuento

 Taller de Expresión I 

Catedra Reaele 
Comisión 56 
Profesor: Santiago Castellano 
Estudiante: Ariana Belén Pastorino 
Consigna: Leer "Nuevas tesis sobre el cuento" de Piglia: anotar las reflexiones sobre los comienzos y los finales de las narraciones, y cuándo se enfoca una historia para poder contarla. 
 
Tesis sobre el cuento 
Ricardo Piglia 
 
Destaco de los conceptos principales del texto las siguientes reflexiones: 
 
El cuento es un relato que encierra un relato secreto. Siempre se cuentan dos historias. La historia secreta, es la clave de la forma del cuento y de sus variantes. Pero lo más importante nunca se cuenta. La historia secreta se construye con lo no dicho, con el sobreentendido y la alusión. El cuento se construye para hacer aparecer artificialmente algo que estaba oculto. 
 
Sobre el comienzo de las narraciones, en el primer momento todo es ridículo. Los comienzos son siempre difíciles, inciertos y con partidas falsas. Parece imposible que ese nuevo, e inútilmente sensible cuerpo y sin forma, pueda mantenerse vivo. Cada vez que comienza una narración, olvidamos que el cuento, si su existencia está justificada, lleva en sí ya su forma perfecta y que sólo hay que esperar a que se vislumbre alguna vez en ese comienzo indeciso, su invisible pero tal vez inevitable final. 
 
En relación con el final, hay un juego entre la vacilación del comienzo y la certeza del fin. El final es siempre involuntario o parece involuntario, pero está premeditado y es fatal. Implica, antes que un corte, un cambio de velocidad. Existen tiempos variables, momentos lentísimos, aceleraciones. En esos movimientos de la temporalidad se juega la terminación de una historia. Una continuidad debe ser alterada: algo traba la repetición.  
El final pone en primer plano los problemas de la expectativa y nos enfrenta con la presencia del que espera el relato. 
El arte de narrar es el arte de la percepción errada y de la distorsión. El relato avanza siguiendo un plan férreo e incomprensible y recién al final surge en el horizonte la visión de una realidad desconocida: el final hace ver un sentido secreto que estaba cifrado y como ausente en la sucesión clara de los hechos. La literatura trabaja la ilusión de un final sorprendente, que parece llegar cuando nadie lo espera para cortar el circuito infinito de la narración, pero que sin embargo ya existe, invisible, en el corazón de la historia que se cuenta. Lo que quiere decir un relato sólo lo entrevemos al final: de pronto aparece un desvió; un cambio de ritmo, algo externo. Entonces conocemos la historia y podemos concluir. Hay algo en el final que estaba en el origen y el arte de narrar consiste en postergarlo, mantenerlo en secreto y hacerlo ver cuando nadie lo espera. 

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